... Y mi cabeza voló a esos momentos en Montmartre, cuando el otoño le sentaba tan bien. El comienzo del frío no afectaba, y los colores que brindaban los árboles traían la luz de los rojizos cancanes.
Después me transporté al Village Neuyorkino, con todos sus excesos. Esta vez era invierno, pero ellas seguían en la calle,o tras esos ventanales, esperando lo que traería el día... Todo esto ocurrió mientras mis pies me dejaban en el Soho, y comprendí que nunca escaparía del pasado...
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